"Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.”
Platón
Tiene la piel fría, casi como la madrugada, creo que va a morir. Tal vez ya sea tarde, tal vez fue la muerte la que le quito el calor de la piel, le desgarro la mirada y lo aparto de mi lado; yo ya no puedo más, se me desangra el corazón al verlo así. Sé bien que es culpa mía, tal vez eso es lo que más me duele, saber que ni siquiera fui capaz de pedirle perdón. El llanto de una mujer colma de alboroto lo que antes era un apaciguado silencio, la lluvia continúa golpeando las ventanas de la sala, allá afuera solo se oyen algunos pasos. Tengo frío. No recuerdo que pasó. Ni siquiera sé donde estoy ahora. Solo puedo verla a ella, está llorando. Quiero hablarle, decirle que la amo y que no llore, pero cada vez que hablo ella no escucha, es como si todo fuera un sueño, un episodio fantástico e imposible de mi vida. Creo que me habla, por alguna extraña razón no puedo escucharla, tal vez lo mejor sea esperar a despertar.
…
Se abre la puerta. Allí, se puede ver la silueta de un hombre sentado en un escritorio. Él, da una gran inhalada a lo que de entre las sombras se distingue como un cigarrillo, después lo bota al suelo. Parece que ha fumado mucho puesto que el hedor a nicotina atesta el lugar. El joven que se asomó detrás de la puerta demanda con voz algo temblorosa:
-¿Ya es hora, señor?-.
-No, pero tienes razón, dentro de poco tendremos que irnos-, respondió una voz grave detrás del escritorio –Te ves algo nervioso ¿Que sucede?-
El joven se impacienta,- Es que no es fácil lidiar con esto todavía-.
- Ya te acostumbraras, es algo de todos los días-.
…
Estoy cansada de llorar. Trato de apagar mi llanto por un rato pero no puedo. La tristeza y el dolor me consumen. Como desearía que estuvieras aquí, quiero decirte que lo siento. En el fondo, quisiera que todo volviera a ser como antes, quisiera volver a estar contigo y nunca repetir este momento. Tal vez ya sea el momento de decir adiós.
-Adiós.-
La sala ha vuelto a estar en silencio, el llanto de la mujer y el estruendo de la lluvia por fin han cesado; ahora el único sonido son los pasos allá afuera. La puerta se abre, detrás se encuentra un hombre con un cigarrillo acompañado por un joven. La habitación se ha colmado de un horrendo olor a azufre. Se puede escuchar una voz grave:
– Es hora de irnos, los dos tendrán que venir conmigo-.
FIN.
Platón
Tiene la piel fría, casi como la madrugada, creo que va a morir. Tal vez ya sea tarde, tal vez fue la muerte la que le quito el calor de la piel, le desgarro la mirada y lo aparto de mi lado; yo ya no puedo más, se me desangra el corazón al verlo así. Sé bien que es culpa mía, tal vez eso es lo que más me duele, saber que ni siquiera fui capaz de pedirle perdón. El llanto de una mujer colma de alboroto lo que antes era un apaciguado silencio, la lluvia continúa golpeando las ventanas de la sala, allá afuera solo se oyen algunos pasos. Tengo frío. No recuerdo que pasó. Ni siquiera sé donde estoy ahora. Solo puedo verla a ella, está llorando. Quiero hablarle, decirle que la amo y que no llore, pero cada vez que hablo ella no escucha, es como si todo fuera un sueño, un episodio fantástico e imposible de mi vida. Creo que me habla, por alguna extraña razón no puedo escucharla, tal vez lo mejor sea esperar a despertar.
…
Se abre la puerta. Allí, se puede ver la silueta de un hombre sentado en un escritorio. Él, da una gran inhalada a lo que de entre las sombras se distingue como un cigarrillo, después lo bota al suelo. Parece que ha fumado mucho puesto que el hedor a nicotina atesta el lugar. El joven que se asomó detrás de la puerta demanda con voz algo temblorosa:
-¿Ya es hora, señor?-.
-No, pero tienes razón, dentro de poco tendremos que irnos-, respondió una voz grave detrás del escritorio –Te ves algo nervioso ¿Que sucede?-
El joven se impacienta,- Es que no es fácil lidiar con esto todavía-.
- Ya te acostumbraras, es algo de todos los días-.
…
Estoy cansada de llorar. Trato de apagar mi llanto por un rato pero no puedo. La tristeza y el dolor me consumen. Como desearía que estuvieras aquí, quiero decirte que lo siento. En el fondo, quisiera que todo volviera a ser como antes, quisiera volver a estar contigo y nunca repetir este momento. Tal vez ya sea el momento de decir adiós.
-Adiós.-
La sala ha vuelto a estar en silencio, el llanto de la mujer y el estruendo de la lluvia por fin han cesado; ahora el único sonido son los pasos allá afuera. La puerta se abre, detrás se encuentra un hombre con un cigarrillo acompañado por un joven. La habitación se ha colmado de un horrendo olor a azufre. Se puede escuchar una voz grave:
– Es hora de irnos, los dos tendrán que venir conmigo-.
FIN.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.